sábado, 12 de septiembre de 2009

Dórico

El edificio se levanta sobre un basamento que se llama estilóbato. Se sube a él por medio de una escalinata que a veces al tener los peldaños muy altos se ha necesitado duplicar o dotar de una rampa. Sobre el estilóbato se levantan las columnas del pórtico, sin basa  y acanaladas, con dieciséis o veinte estrías verticales que se cortan en arista aguda. Estas aristas terminan en lo alto en una serie de ranuras que forman lo que se llama collarino, y encima se apoya el capitel, cuya forma es: una simple moldura convexa, llamada equino, como un almohadón, que recibe el peso de las partes superiores del edificio y lo transmite al soporte vertical. La forma del equino cambia según las épocas: aplanado en un principio, después se va elevando. La columna también es más gruesa y baja en los templos primitivos; con el tiempo fue haciéndose más esbelta y se aumentó en ella el número de estrías.
Encima de las columnas se apoya la faja horizontal llamada entablamento. En un principio era también de madera; una primera viga horizontal corría a lo largo de las columnas, otras vigas atravesadas cubrían el pórtico, y encima se apoyaban las piezas inclinadas que sostenían el tejado. Estos tres elementos se mantienen en el templo construido de piedra. La viga horizontal se convierte en uno o dos bloques pareados de piedra que van de columna a columna, sin decoración, formando una zona lisa en el orden dórico, que se llama arquitrabe. Encima se extiende una faja llamada friso, dividida en recuadros, decorados la mitad con estrías verticales que vienen a recordar las cabezas de las vigas de madera del pórtico y se llaman triglifos. Los otros recuadros, en el templo de madera, debían de quedar abiertos, pero más tarde se cerraron también con bloques cuadrados, pintados o esculpidos, llamados metopas. Esta alternancia de triglifos y metopas en el friso es una de las cosas más características del orden dórico. Encima del friso avanza la cornisa, para defender de la lluvia las partes inferiores; el agua del tejado queda retenida por un cimacio. En conjunto, la decoración escultórica se reduce sólo a las metopas; todo lo demás no tiene más pretensiones de belleza que la que resulta de la disposición ordenada de sus partes.
El templo estaba cubierto por medio de vigas apareadas, y cuando el ancho de la cella era demasiado grande, estas vigas tenían otra horizontal que las unía formando tirante.  En las dos fachadas principales del templo, el tejado marca la doble pendiente, donde queda un triángulo que se llama frontón, el cual acostumbra también decorarse con variedad de esculturas. Los frontones tienen más o menos pendiente, según las épocas, y sus tres ángulos están decorados con varias piezas de mármol esculpido o de cerámica llamadas acroteras. En un principio, las acroteras fueron simples, más tarde tienen una gran variedad de formas, y es frecuente que ostenten dos figurillas femeninas. Las acroteras de los ángulos solían tener forma de grifos o de pequeñas victorias.
Como los restos que han llegado a nuestros días tienen la cella sin techo, no sabemos como se iluminaba el santuario. Lo más probable es que, o bien tuvieran la cella abierta a la manera de un patio, o bien fueran completamente cerrados, y entonces no recibiría más luz el santuario que la que entraba por la puerta; estos últimos eran los más numerosos. Esta cella estaba llena de exvotos, y en el fondo se levantaba la estatua de la divinidad. Los devotos raramente tenían acceso al interior del santuario; era habitación o sagrario y no lugar de ceremonias y ritos del culto público.
El templo estaba siempre policromado tanto en el exterior cuanto en el interior. A partir del siglo V a.C, los templos se hicieron en general de mármol; pero aun entonces se estucaban con una capa finísima de cal y mármol a fin de disimular las juntas, y por tradición se aplicaba el color para hacer resaltar los elementos constructivos.Del capitel sólo se pintaba el rojo del collarino. El arquitrabe estaba casi siempre libre de policromía, el listel era azul y los triglifos siempre azules con sus estrías negras; el fondo de las metopas también pintado, y lo mismo ciertos elementos de la cornisa, con palmetas y grecas combinadas. Las acroteras eran también de vivos colores, y el fondo del frontón se pintaba de negro o rojo. En el interior de la celia, la decoración policroma debía de estar principalmente en el friso y en el techo, para esconder las vigas de la cubierta.

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