El orden corintio es el más elegante y ornamentado de los órdenes arquitectónicos clásicos. Se atribuye su creación al escultor griego Calímaco en el siglo IV a. C. En lo esencial es similar al orden jónico, del que difiere básicamente en la forma y tamaño del capitel.
Durante muchos años el orden corintio fue empleado de manera exclusiva en el interior de los edificios de orden dórico y jónico, porque sus proporciones y variedad de decoración lo hacían especialmente apto para las semicolumnas y pilares internos. Su uso más antiguo como elemento externo se data en el templo de Apolo Basse en Arcadia, a finales del s. V a.C. y no se usa en el soportal de un templo hasta que aparece en el Olimpeión de Atenas en torno al 175 a.C.
La columna va dotada de basa. Se trata de una pieza de apoyo compuesta por tres molduras: dos molduras circulares o medios toros y una escocia intercalada entre ambos que puede ir adornada por unos listeles. En ocasiones, esta basa apoya a su vez sobre un plinto, pieza prismática de planta cuadrada de poco espesor.
El fuste es de sección circular y presenta un ligero éntasis. Está acanalado por 24 estrías separadas entre sí por finos filetes longitudinales. A veces el fuste es reemplazado por figuras. Si son masculinas se denominan atlantes o telamones mientras que si se trata de figuras femeninas se llaman cariátides.
El capitel es el elemento más representativo de este orden y se reconoce por su apariencia de campana invertida o cesta de la que rebosasen las hojas de acanto, cuyos tallos dan lugar a una especie de volutas o espirales (caulículos) en las cuatro esquinas.
El entablamento está formado por:
El arquitrabe, que se muestra usualmente descompuesto en tres bandas horizontales superpuestas y escalonadas (fasciae).
El friso es una banda continua (sin metopas ni triglifos) adornada con una sucesión de figuras en relieve. Carga directamente sobre el arquitrabe.
La cornisa coronada por el alero forma un saledizo que generalmente cuenta con una moldura de tipo cimacio.
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Durante muchos años el orden corintio fue empleado de manera exclusiva en el interior de los edificios de orden dórico y jónico, porque sus proporciones y variedad de decoración lo hacían especialmente apto para las semicolumnas y pilares internos. Su uso más antiguo como elemento externo se data en el templo de Apolo Basse en Arcadia, a finales del s. V a.C. y no se usa en el soportal de un templo hasta que aparece en el Olimpeión de Atenas en torno al 175 a.C.
La columna va dotada de basa. Se trata de una pieza de apoyo compuesta por tres molduras: dos molduras circulares o medios toros y una escocia intercalada entre ambos que puede ir adornada por unos listeles. En ocasiones, esta basa apoya a su vez sobre un plinto, pieza prismática de planta cuadrada de poco espesor.
El fuste es de sección circular y presenta un ligero éntasis. Está acanalado por 24 estrías separadas entre sí por finos filetes longitudinales. A veces el fuste es reemplazado por figuras. Si son masculinas se denominan atlantes o telamones mientras que si se trata de figuras femeninas se llaman cariátides.
El capitel es el elemento más representativo de este orden y se reconoce por su apariencia de campana invertida o cesta de la que rebosasen las hojas de acanto, cuyos tallos dan lugar a una especie de volutas o espirales (caulículos) en las cuatro esquinas.
El entablamento está formado por:
El arquitrabe, que se muestra usualmente descompuesto en tres bandas horizontales superpuestas y escalonadas (fasciae).
El friso es una banda continua (sin metopas ni triglifos) adornada con una sucesión de figuras en relieve. Carga directamente sobre el arquitrabe.
La cornisa coronada por el alero forma un saledizo que generalmente cuenta con una moldura de tipo cimacio.
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